jueves, 5 de abril de 2007

Traumatología del Deporte

Lesiones crónicas del tendón de Aquiles.

Las causas de la tendinitis son múltiples y conocidas, como así también la forma de aparición.
Los pacientes siempre refieren que sintieron un “tironcito”, pero pueden seguir jugando, otros hablan de un dolor progresivo. No recuerdan ningún antecedente traumático severo que justifique este dolor. Lo común es que puedan jugar, pero luego de un período poscompetitivo quedan cada vez más doloridos, hasta que se les hace imposible la práctica deportiva. Para este momento, ya pasaron por varias consultas, se han hecho infinidad de sesiones de kinesiología, yesos y/ o infiltraciones.
Siempre están los que se pararon espontáneamente o por indicación médica, pero que luego de 1 o 2 meses cuando ya no tenían dolor para las actividades cotidianas reiniciaban el deporte y al poco tiempo estaban igual que antes.
Es indudable que esta limitación progresiva se cebe a microtraumatismo repetitivos que van produciendo reparaciones fibrosas múltiples que obviamente alteran la residencia y la irrigación del tendón.
La ruptura del tendón será la forma terminal del proceso crónico en evolución.
Ante la ruptura consumada, el traumatólogo decide la cirugía sin investigar las causas que llevaron a esa patología y quizás ésta sea la razón por la cual todavía hoy no tengamos resuelta esta enfermedad. Desconocemos aún su verdadera Etiopatogenia.
Los estudios anatomopatológicos deberán ser siempre de rigor y evaluados por patólogos avezados.
Un 76% de los casos estudiados presentaron algún tipo de lesión degenerativa por afecciones de diversa índole, ej.: inflamatorio, gotoso, reumático, infeccioso, dislipidémico, etc.
A todos les pedimos en forma invariable una rutina de sangre con hepatograma completo, ácido úrico, perfil lípido, coagulograma completo y factores reumáticos. En el 67% de los casos alguno de estos parámetros aparecía alterado y nuestro primer tratamiento fue normalizado.





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